martes, 2 de marzo de 2010

¿QUÉ OS PARECE EL TÍTULO?


Soy maestro, de música. Y todos los maestros entenderán por qué he escrito este título. Hay que tener paciencia, paciencia infinita, que decía mi abuela, para venir todos los días a la escuela. Y no es que no me guste mi trabajo, al contrario.
Pero que me decís de estos alumnos que cada quince minutos te interrumpen con "profe, que fulanito me ha pegado", "profe, que no tengo goma", "profe, me he dejado el estuche en clase" o las más peregrinas "profe, ayer estuve en el parque de atracciones" cuando tú más entusiasmado estás explicando el valor de la negra, la blanca o las corcheas.
Paciencia infinita hay que tener con aquel o aquella a la que le has explicado por activa y por pasiva que en la flauta la mano izquierda se coloca arriba y la mano derecha abajo, o que las corcheas ("el titi") dura un tiempo (ellos me entenderán) y otra vez el fulanito vuelve a colocar las manos al revés o a decirte que un titi dura dos tiempos ( !claro, que como son dos figuras!)
Pero como dice el sabio, la paciencia es un árbol de raíces amargas pero de frutos dulces. Por eso venimos cada día a la escuela con el firme propósito de ser más pacientes, de gritar menos, de repetir todas las veces que haga falta y de comprender sus problemas y necesidades, aunque nuestros propósitos queden en el fondo de la intención cuando acabe la tarde. Pero a la mañana siguiente lo volveremos a intentar, que la frutas han de estar bien coloradas, maduras y llenitas de zumo.

1 comentario:

  1. Hola Miguel Ángel. Espero que con las nuevas herramientas que hemos empezado a conocer hoy los chavales estén mas motivados y atentos para aprender. De todas formas la paciencia es, o debe ser, una de las virtudes del maestro.
    Saludos.
    Javier

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